Hay un tiempo para el descanso y un tiempo para actuar. Cuando es el momento de actuar, debemos hacerlo con valentía. El guerrero es un arquetipo para expresar nuestro valor cuando tenemos que actuar. Es el papel que hacemos al actuar frente a los desafíos estresantes. Los guerreros son cazadores impecables de poder personal, saben que el poder sólo se manifiesta en la acción. Para ser un cazador impecable de poder personal y ser valientes, nos obliga a entender cómo interfiere la mente en la búsqueda de poder.
Serví en el ejército a finales de 1970, la primera parte del servicio fue en Corea. Yo era un oficial recién incorporado, un subteniente, asignado para dirigir un pelotón para defender el sector americano de la DMZ (zona desmilitarizada), que divide las dos Coreas. Esté sector incluya Panmunjom, donde se llevaron a cabo las negociaciones entre países.
Kim Il-sung, abuelo del actual líder norcoreano (Kim Jong-un), comenzó a hacer serias amenazas de invadir Corea del Sur. La situación fue tensa durante las negociaciones en Panmunjom y donde patrullaba. Decir que yo estaba preocupado sería un eufemismo. Tenía miedo y expresé mis temores al sargento de mi pelotón, el sargento Rosario. La respuesta a mis miedos fue inesperada.
El sargento Rosario me dijo: “Que vengan. Si lo hacen, voy a ganar una estrella en mi CIB (Insignia de infantería del combate)”. El sargento Rosario había ganado su primera estrella del CIB en Vietnam, y ahora añadiría otra, si Corea del Norte atacase. Su respuesta demuestra el significado que damos para dedicarnos a los desafíos que hemos elegido. Los soldados encarnan en el arquetipo del guerrero, el deseo de aplicar sus habilidades. Ellos quieren ser puestos a prueba y saben que solo lo serán mediante la aplicación de sus habilidades en batalla. La guerra les permite aumentar el poder y convertirse en poderosos.
La vida no trata de permanecer en nuestras zonas de comodidad, trata de participar en retos que podamos alcanzar. El poder no es en el sentido de tener más que otros. Más bien, es el poder personal; poder que nos da capacidad de actuar. Es a través de las acciones que somos valientes.
Lo más importante que debemos hacer para ser valiente es: no etiquetar el estrés de malo. Etiquetado de estrés de malo expresamos el deseo que tiene la mente hacia una mayor comodidad. Podemos buscar el consuelo cuando estamos el momento de descansar. Pero, cuando es el momento de actuar, necesitamos aceptar la tensión. El estrés etiquetado de malo también etiqueta a los retos de algo malo, esto sabotea nuestra capacidad de actuar y aprender. Sin estrés no aprendemos, no crecemos, ni aumentamos el poder.
Lo primero que debemos hacer es una elección consciente, elegir el vehículo que usaremos para aumentar el poder. Este vehículo tiene que ser uno que encaje con nosotros. Lo elegimos no porque alguien también lo ha elegido; lo elegimos porque personalmente “nos llama”. En otras palabras, nos sentimos motivados intrínsecamente para elegir el vehículo en cuestión.
Hacer una elección consciente significa que entendemos que va a ser estresante y aceptamos este estrés. Si elegimos ser soldados, aceptamos la tensión de luchar, matar y morir. Sí, también aceptamos morir. Estar muerto es una consecuencia de ser soldado. Aceptando el impacto de la mayor consecuencia agudiza cómo utilizaremos nuestra atención. La muerte nos obliga a centrar nuestra atención en la lucha, no en salvar nuestra vida. Si elegimos ser escaladores, también aceptamos la tensión de ejercer el esfuerzo y la consecuencia de la caída. No evitamos caer, nos comprometemos a aprender a caer, lo que nos ayuda a entender las consecuencias, disminuye el miedo, y nos ayuda a centrar nuestra atención en la escalada. Ya seamos soldados o los escaladores, nos comprometemos con el estrés y las consecuencias.
La segunda cosa que debemos hacer es entrenar, desarrollar nuestras habilidades orientándolas al vehículo que hemos elegido. Si elegimos ser soldados, a través del entrenamiento que el ejército proporciona. Por ejemplo, no nos limitamos a hacer la formación básica necesaria para convertirnos en soldado de infantería. Tomamos además una formación avanzada, tal como la Escuela Airborne (entrenamiento de paracaidistas), la Escuela Ranger, etc. Si elegimos ser escaladores no nos limitamos a aprender los conceptos básicos, como el aseguramiento, el movimiento y la seguridad. Aprendemos todos los conocimientos necesarios para afrontar la escalada desafiante. Complementamos con formación avanzada de expertos para mejorar nuestras habilidades físicas y mentales.
La tercera cosa que debemos hacer es aplicar nuestras habilidades. La capacitación y la aplicación son cosas diferentes. La formación no incluye la gravedad de las consecuencias, con la aplicación sí lo hacemos. Si elegimos ser soldados, buscamos oportunidades de combate para aplicar nuestro entrenamiento. El combate incluye la consecuencia de la muerte. Frente a la muerte aparecen las debilidades y se revelan defectos sutiles de nuestro entrenamiento físico y mental, es la oportunidad para convertirse en soldado maestro.
Si elegimos ser escaladores, buscamos “el reto” en la escalada, desafíos de escalada para aplicar nuestras habilidades. Estos retos pueden ser altas montañas, grandes paredes, o problemas cortos de boulder. Los desafíos deben empujarnos al borde de nuestras capacidades y más allá, donde la consecuencia de caída es manifiesta. Frente las consecuencias de caída se revelan las debilidades sutiles de nuestro entrenamiento físico y mental, y ofrece la oportunidad para convertirnos en escaladores maestros.
Yo no era consciente de lo que tenía que aceptar cuando elegí convertirme en soldado: luchar, matar y morir. Mi mente expresó su falta de conciencia al pensar que la batalla con Corea del Norte era malo. Deseaba la comodidad de la paz. El sargento Rosario me ayudó a tomar consciencia respondiendo de una manera diferente a lo que yo esperaba. La forma distinta de la respuesta me golpeó fuertemente en el momento, un recuerdo que nunca he olvidado. Sin embargo, me llevo tiempo entender lo que quería decir. Finalmente, he incluido esta respuesta en un contexto útil en el material de Camino del Guerrero.
Podemos encarnar el arquetipo del guerrero para actuar con valentía si nuestro vehículo elegido es el del soldado que lucha o el del escalador que escala. Acuérdate que la vida nos obliga a afrontar desafíos para aumentar nuestro poder. Los guerreros buscan enfrentarse a desafíos. Al elegir conscientemente nuestro vehículo, desarrollar las habilidades y aplicarnos, encarnamos un enfoque valiente frente los desafíos. Si hacemos esto, vamos a vivir la vida que hemos elegido conscientemente.
Práctica recomendada: Identificar el estrés como algo bueno.
¿Has elegido el vehículo para afrontar retos y aumentar tu poder? Si es así, tienes que comprometerte con el estrés de las propuestas de escalada. No te dirijas a la escalada inconscientemente. Se consciente de la resistencia de tu mente al estrés. Esto por lo general se manifiesta con la resistencia al esfuerzo y el miedo de caer.
Identifica las habilidades de entrenamiento físico y mental que necesitas aprender: habilidades físicas tales como el movimiento, descanso y la caída; habilidades mentales como el pensamiento y la toma de decisiones. Los cursos de formación de los expertos te pueden ayudar.
Luego, identifica retos adecuados en los que aplicar tu entrenamiento. Por “adecuado” me refiero a desafíos en los cuales tu ya tienes alguna experiencia de sus consecuencias. Por ejemplo, si se trata de una zona de “sí-caída” (*), tu ya tienes alguna experiencia en caídas similares. Si se trata de una zona de “no-caída”, tu ya tienes experiencia de escalada en este grado de dificultad sin caer. Involúcrate a estos desafíos y presta especial atención en la forma de llevarlos a cabo bajo estrés. Hacer esto revelará sutiles debilidades de tus capacidades físicas y mentales y proporcionara oportunidades para aprender.
Nota del traductor(*) El autor define zona de sí-caída aquella en que consideras que una caída no tendría consecuencias graves para la integridad física y no-caída aquella en la que una caída tendría consecuencias graves para la integridad física.
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